¿Qué le pasa a Hollywood con la mecánica orbital?

Lo vemos en casi todas las películas del espacio. Ya sea que las naves hagan ruido en el espacio; o que todos los planetas —y naves— disfruten de una agradable gravedad terrestre, además de tener una atmósfera respirable; o incluso que la gente expuesta al vacío explote como si se hubiese desayunado una granada de mano. La mayoría de estos gazapos son tan obvios y recurrentes que ya no nos sorprenden, pero hay unos pocos que suelen pasarnos desapercibidos. Especialmente los que se refieren a la mecánica orbital, en muchas ocasiones tan contraria a la intuición como la mismísima mecánica cuántica.

Mecánica orbital, sí. Hoy os traigo algunas escenas donde la mecánica orbital juega un papel importante en el desarrollo de la trama. Leyéndolos no solo verás lo retorcida que es la susodicha, sino que además podrías aprender algo que te salve la vida algún día, ahora que está de moda lo de hacer castings para convertirse en astronauta.

ATENCIÓN: contiene pequeñas trazas de nueces y spoilers.

Pitch Black (2000): “Los planetas se mueven como uno solo”

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Hay tres soles y un puñetero eclipse cada 22 años, y tenía que tocarnos justo hoy.

Imaginad un planeta con varios soles, donde siempre es de día excepto durante los eclipses que ocurren cada tropecientos años con consecuencias catastróficas. Este tema ya lo abordó Asimov en su inolvidable Anochecer —que Francis Villatoro analizaba hace poco—, donde la civilización colapsaba cada vez, quemándolo todo de puro terror y desesperación. En Pitch Black, en cambio, el peligro viene de unos cuantos millones de bichos fotofóbicos, cruce de Alien y murciélago, que viven en la oscuridad del subsuelo planetario. Los protagonistas, con el inefable Riddick a la cabeza, descubren con horror que el planeta atraviesa un eclipse de todos los soles a la vez cada veintidós años y que —oh, sorpresa— han llegado justo a tiempo para el siguiente. Refugiados en un container entre los restos de su nave, discuten si esperar a salvo a que el eclipse finalice, o salir afuera y emprender una carrera suicida hacia otra nave, dejada allí por una expedición anterior y capaz de sacarlos de allí. Cuando uno de ellos sugiere que un eclipse no puede durar gran cosa, otro le contesta con un lapidario “los planetas se mueven como uno solo” (¿?), y el grupo decide salir a la oscuridad en plan suicida y justificar así un poco el título de la cinta.

¿Quién tiene razón? ¿Puede durar un eclipse de Sol lo suficiente como para que mueran de hambre y sed? En la Tierra, la fase total de un eclipse de Sol dura unos 7 minutos, mientras que si estuviéramos en Ío, la luna de Júpiter, el enorme planeta nos ocultaría el Sol durante un par de horas cada órbita, lo que no parece mucho. Vale, ¿y en un sistema como el de Pitch Black?

Podemos inventarnos un sistema con dos soles similar al que se ve en el pequeño planetario de la película. Por simplificar un poco las cosas, cambiaremos dos de las estrellas, muy cercanas entre sí, por una sola, de la misma masa que la otra, situada al otro extremo. Así, el primer punto de Lagrange del sistema queda en el centro del mismo. Pues bien, por increíble que resulte, existen órbitas elípticas alrededor de dicho punto de Lagrange. Y aún más, olvídense de las leyes de Kepler: si ponemos en dichas órbitas varios planetas —mucho más pequeños que en la película— a distancias prudentes unos de otros, y todos alineados respecto del punto de Lagrange, se moverían alrededor de dicho punto “como uno solo”, manteniéndose siempre alineados, de manera que al pasar frente a las estrellas el planeta central quedaría eclipsado por los otros dos. Punto para los guionistas.

En esas condiciones y siendo más prudente con los tamaños y distancias a los planetas que el director de efectos visuales de la película, estos se verían más pequeños que el Sol desde la Tierra, y las estrellas mucho más pequeñas aún (pero bastante luminosas), de manera que un eclipse duraría del orden de un par de días. Visto así, está claro que a los personajes de Pitch Black no les habrían venido mal algunas nociones de astronomía y de física matemática. Más que nada porque seguirían vivos. Sedientos, pero vivos.

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Los planetas se mueven como uno solo (por ahora). Modesta recreación del sistema estelar de Pitch Black perpetrada por el autor de este post (perdóname, oh, Vin Diesel). Clic en la imagen para verla a tamaño completo.

Aunque en realidad no todo es tan bonito: dichas órbitas planetarias, tan exóticas ellas, no serían estables*. En el mejor de los casos, con un ajuste fino digno de un demiurgo obsesivo y perfeccionista, cualquier perturbación haría que en cuestión de unas quince o veinte órbitas los planetas fueran despedidos, salieran por Antequera, y ya no se movieran “como uno solo”.

*: Análisis de estabilidad de las órbitas cortesía de Una vista circular.

Gravity (2013): Si tú me dices ven, tiro del freno de mano

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Aquí la Dra. Stone. Me dirijo a toda máquina hacia la Tiangong. O no.

Mucho se ha hablado de los errores —y aciertos— de Gravity desde el punto de vista de la física. Ignoraré el más notable, así como aquel referente a la premisa que sirve de detonante a la película —harto improbable, por no decir imposible— y me centraré en algo mucho más prosaico  (en la vida de un astronauta, vaya).

En cierto momento de la película, la Dra. Stone va a bordo de una Soyuz sin capacidad de reentrar en la atmósfera y aterrizar. Resulta que la estación espacial china, la Tiangong, se encuentra en la misma órbita que ella, solo que algo más adelante. Ni corta ni perezosa, la Dra. Stone enfila hacia la estación China, acciona los cohetes para acelerar y…

¿Qué ocurriría? Pues lo contrario de lo que parece. Al principio se acercaría a la Tiangong, sí, pero no tardaría en alejarse irremediablemente, porque al pegar el acelerón ha modificado su órbita —que suponemos inicialmente circular— a una elipse tanto más amplia cuanto más haya acelerado. Y dicha órbita más amplia tiene, como consecuencia, un periodo orbital mayor, por lo que la estación no tardará en ganarle terreno y… vamos, que en resumen, quedaría de película lo que le quedara de oxígeno en la cápsula, no más.

Y entonces, ¿cómo se hace? Pues os parecerá extraño, pero lo cierto es que la manera más eficiente de llegar es… frenando. Sí, como lo lees. Imaginemos que nave y estación están en una órbita de, digamos, 90 minutos de periodo, y la estación china lleva 4 minutos de adelanto. Si uno frena, modifica su órbita a una elipse, que, en su extremo opuesto, pasa más cerca de la Tierra que la órbita original, lo que significa que su periodo orbital es menor. Pongamos que la Dra. Stone hace los cálculos —que para eso es lista— y pega un frenazo que la lleva a una órbita de 88 minutos de periodo. Al principio verá la Tiangong alejarse y perderse de vista, y quizá se asuste (esto daría para un rato de reflexiones existencialistas y/o imposibles visitas provocadas por el inconsciente y los bajos niveles de oxígeno). El caso es que 88 minutos después, volverá al punto de partida, solo que ahora la Tiangong volverá a estar delante, a tan solo 2 minutos de ventaja. Ahora, solo tiene que echarse una siesta en lo que transcurren otros 88 minutos, tras los cuales verá a la Tiangong aproximarse por un lado. Ahora acelera tanto como frenó antes para regresar a la órbita originalet voilà, ya solo le resta la maniobra de acoplamiento. (Y si el problema fuera el contrario, que la estación estuviera 4 minutos por detrás, entonces la solución empezaría alejándose de ella, acelerando, para frenar un par de órbitas más tarde. Cosas de la mecánica orbital.)

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La Dra. Stone intenta desesperadamente llegar a la estación espacial china. Dibujo perpetrado por el autor. Clic para verlo a tamaño completo.

Quizá os parezca que con esa solución la película perdería ritmo, que sería insufriblemente lenta. Personalmente estoy convencido de que no, de que el rigor científico y la tensión dramática pueden combinar muy bien si se sabe cómo. Y la prueba es la existencia de relatos cortos como Maelstrom II, de Arthur C. Clarke, capaces de poner los pelos como escarpias ante el —aparentemente— inevitable destino del pobre Cliff Leyland en su frustrada órbita alrededor de la Luna, al tiempo que suponen una lección impecablemente ejecutada de mecánica orbital —hasta el punto de ser utilizado como recurso didáctico en las clases de física de algún que otro instituto.

Así que, señores productores de Hollywood, pongan un físico en su vida. Y si además escribe ciencia-ficción, mejor que mejor. No se arrepentirán**.

**: El señor S. Kubrick, de Nueva York, puso un físico y escritor de ciencia-ficción en su vida. “Es lo mejor que me ha pasado jamás”, exclamó tras parir una obra maestra del cine. “No veas lo a gusto que me he quedao, macho” añadió tras el estreno con gran regocijo.

Las crónicas de Riddick (2004): corre, Forrest, corre

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¿Os hace una carrerita por el terminador?

Este último caso que nos ocupa no es, estrictamente hablando, de mecánica orbital, pero la incluyo a modo de bonus track porque me hizo bastante gracia. En la segunda entrega de la saga del famoso Riddick —que ya se diera de tortas, unos cuantos párrafos más arriba, con los murciélagos alienígenas de Pitch Black—, los protagonistas escapan de una prisión subterránea en un planeta con el apropiado nombre de Crematorio. ¿Y apropiado por qué? Pues porque la luz de su estrella es tan intensa que lo achicharra todo a su paso.

Como si de algún eco del pasado se tratara, el grupo emerge a la superficie justo a tiempo —oh, qué sorpresa, ¿os suena de algo?— para que el Sol planee hacer una barbacoa con ellos. Su única esperanza es llegar a un hangar situado a 30 km hacia el poniente antes de que lo haga el Sol, que les pisa los talones tras el horizonte. Sin pensárselo dos veces, Riddick echa a correr, marcando el ritmo de una carrera frenética que, tras varios sobresaltos, resulta en que llegan al hangar y pasan más cosas.

¿Sería posible algo así? ¿Se puede correr más rápido que el Sol? Pues, de entrada, no, porque la descomunal diferencia de temperatura entre la cara iluminada y la oscura levantaría un viento huracanado de agárrate y no salgas volando. Pero si nos olvidamos por un momento de las pequeñas molestias causadas por la atmósfera y nos fijamos solo en nuestra velocidad por la superficie y en la del astro chef por el cielo, entonces… depende. Depende de la inclinación del eje de rotación del planeta respecto al plano de la órbita —que ignoraremos en nuestra sencilla estimación—, del tamaño (y orografía, claro) del planeta, y de su periodo de rotación, es decir, de la duración del día.

Pues bien, si el planeta fuese similar a la Tierra, entonces, como os imaginaréis, Riddick y compañía serían reducidos a cenizas en un santiamén. Incluso aunque secuestraran un avión a punta de cuchillo; su única esperanza sería un caza supersónico.

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La recreación más probable de lo que habría ocurrido en Las crónicas de Riddick. Dibujo perpetrado por el autor. Clic para verlo a tamaño completo.

En cambio, si el planeta fuera similar a Mercurio, otro gallo cantaría. La rotación de Mercurio se encuentra “acoplada” a su traslación, debido a las enormes fuerzas de marea del cercano Sol, de modo que a Mercurio solo le da tiempo a dar dos vueltas sobre su eje en lo que da tres alrededor del Sol. Vamos, que cada tres años mercurianos transcurren solamente dos días. Y claro, con un día que dura prácticamente seis meses terrestres, cualquiera puede correr más rápido que el Sol. Hasta Stephen Hawking. Bastaría con tener un traje espacial con oxígeno suficiente y estar dispuesto a una buena caminata en baja gravedad.

Así que, siendo benévolos e ignorando el problemilla de la diferencia de temperatura, la proeza sería plausible. Lo que me sorprende (y fascina) en este caso son los arrestos del héroe, que ni siquiera necesita preguntar cuán rápido han de ir, sino que simplemente se lanza a la carrera, exponiéndose —y exponiendo a sus compañeros— a una muerte casi segura. Eso es un tío echao palante y lo demás son tonterías. Pero Riddick es mucho Riddick y no todos somos Vin Diesel, así que, si alguna vez os veis en una situación parecida, pequeños astronautas, mejor no intentéis hacer esto en vuestros planetas.

(Esta entrada apareció primero en Naukas)

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D€mocracia, o la insoportable (pero divertida) levedad de la política

 
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D€mocracia, el juego de mesa de la Marca España (Foto de Rubén Pérez Planillo y Pablo Bonet Márquez).

 (Reproduzco aquí la entrada que escribí para Naukas este martes. En ella hablo —desde una perspectiva inusual— del proyecto que ha ocupado la mayor parte de mi tiempo libre durante el útimo año. Algo que no tiene nada que ver ni con la ciencia ni con la literatura —y que por ello no había considerado muy apropiado para este blog—, pero que resulta ser otro de mis hobbies: un juego de mesa. D€mocracia es el juego de mesa de la Marca España. Un juego de política (donde la política brilla por su ausencia) cuyo diseño ha supuesto un viaje muy emocionante en el que me embarqué en febrero de 2013 con Carlos Martín Guevara y Raúl Heredia. Ahora, en su versión final, estamos tratando de financiar su producción mediante una campaña de crowdfunding o micromecenazgo en la plataforma Verkami. Si la idea y el siguiente artículo le seducen y quieren pasar un rato muy divertido con sus amigos, pueden apoyar el proyecto y llevarse uno a casa en este enlace.)

Ocurrió en un lugar insospechado, uno de esos programas de cocina que están tan de moda: el equipo azul ha sido derrotado por el rojo y sus miembros se exponen a la temida prueba eliminatoria. Los jueces le preguntan al capitán que, si pudiera salvar a alguien de su equipo —él incluido—, quién sería el elegido.

—Creo que Josh ha hecho un gran trabajo —contesta el concursante con toda sinceridad— y, si pudiera salvar a alguien, definitivamente sería a Josh.

Los jueces asienten y le dicen que no era una pregunta retórica. Vamos, que a quién quiere salvar de verdad.

—Sé que dije que salvaría a Josh —dice entonces tras resoplar—, pero… tengo que salvarme yo. Lo siento, chicos.

Entre ambas respuestas media menos de un minuto. ¿Curioso, verdad? (Si no dais crédito,podéis verlo —en inglés— aquí.)

No sé a vosotros, pero a mí cosas como ésta me hacen recelar de esos famosos dilemas morales que empiezan con ¿Qué harías si…? e implican puentes, gordos capaces de hacer descarrilar trenes y gente atrapada en las vías. Vaya por delante que no tengo ni idea de psicología, sociología o neurociencia, pero sospecho que nuestras decisiones y comportamiento dependen del contexto y el entorno en tal medida que todo intento de responder ese tipo de cuestiones no es más que un mero ejercicio de especulación sin mucho fundamento. Y si conocéis los experimentos de Milgram y la cárcel de Stanford o habéis vistoesta charla TED de Philip Zimbardo, quizá estéis de acuerdo conmigo.

Si yo fuera rico… tiroriroriroriro tirorirorirori

Hay experimentos que indican que las personas de clases privilegiadas tienden a ser menos respetuosas con las normas que el común de los mortales. En este video, un investigador de la Universidad de California nos cuenta cómo los coches de gama alta paran en los pasos de cebra con mucha menor frecuencia que los demás.

Si nos creemos este resultado, cabe preguntarse si dicho comportamiento es aprendido culturalmente –si es lo que mamaron de pequeños— o si nosotros actuaríamos igual a la semana de tocarnos el Euromillón. Al igual que el capitán del equipo azul de Masterchef, yo mismo sostengo que jamás me volvería gilipollas, pero… ¿quién me asegura a mí que no lo haré en cuanto me vuelva millonario de verdad? Nadie.

Experimento-Monopoly

La partida está amañada. Adivina quién es el rico.

Por eso, el investigador del video lleva la pregunta ¿qué harías si…? un paso más allá: convierte al ciudadano común en “rico” mediante una sencilla pero efectiva simulación: una partida de Monopoly amañada en la que el “rico” lanza dos dados en lugar de uno y tiene otra serie de ventajas sobre su contrincante que, naturalmente, le llevan a desplumarle en menos de lo que canta un gallo.

¿El resultado? No solo el “rico” tiende a tratar al “pobre” con exigencia y desdén, sino que además termina atribuyendo su éxito más a sus propios méritos que al apaño del juego (¡del que es consciente!) Todo, sospecho, por la facilidad con la que nos sumergimos en el nuevo contexto, la vara con la que medimos nuestro comportamiento ético.

D€mocracia: si yo fuera político… tiroriro etc., etc.

Imaginemos un hipotético país en el que

  • el poder político se alterna entre dos grandes partidos,
  • en cada uno de ellos hay dos grandes figuras que rivalizan por la candidatura a presidente del Gobierno, y
  • la justicia dispone de escasos recursos para perseguir la corrupción, además de estar parcialmente politizada.

En dicho contexto, ¿cómo tenderá a comportarse un político? ¿Cómo nos comportaríamos NOSOTROS si estuviéramos en la primera fila de la política en un país semejante?

Podemos meternos a políticos para averiguarlo, o podemos hacernos una idea embarcándonos en un experimento —muy poco científico, pero muy divertido— echando una partida a D€mocracia, el juego de mesa de la Marca España. D€mocracia es un proyecto en el que Carlos Martín Guevara, Raúl Heredia y yo llevamos trabajando más de un año, y cuya producción estamos tratando de financiar por crowdfunding a través de Verkami.

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D€mocracia, el juego de política en la que la política brilla por su ausencia.

D€mocracia trata de simular la realidad política con una mirada ácida. Los jugadores cooperan con su compañero de partido sin olvidar en ningún momento que solo puede ganar uno: quien se erija en presidente del Gobierno y aguante más tiempo sin dimitir. Para alcanzar sus objetivos, los jugadores pueden financiarse, “comprar” medios de comunicación y jueces, dar discursos para conseguir el voto de las comunidades autónomas, desprestigiar o investigar a sus rivales —incluido su compañero de partido— y hacer campañas de imagen, entre otras cosas.

La mitad de las cartas son legales y la otra mitad ilegales —incluyendo, por supuesto, una suculenta Cuenta en Suiza. Las ilegales son bastante más ventajosas, pero tienen la contrapartida de que, si te pillan usándolas, te enfrentas a un juicio en el que los jueces deciden tu destino por votación (los jueces controlados por jugadores votan lo que estos quieran, con lo que se pueden hacer una idea de lo que ocurre si un partido controla la justicia). Y por si esto fuera poco, si uno guarda en la manga la carta Pruebas eliminadas o La escucha fue ilegal, se va de rositas sin más historias.

En otras palabras, el juego está equilibrado de manera que la mayoría de la actividad ilegal pasa desapercibida o acaba saliendo adelante con total impunidad.

Ahora, ¿cómo se comporta la gente en este contexto? Lo que sigue dista mucho de tener el menor rigor científico, pero ahí van mis impresiones: hasta ahora más de 70 personas han jugado al prototipo. Solo 2 de ellas se preocuparon por respetar las leyes y jugar de forma legal, solo esas 2 consideraron que el fin no justificaba los medios (huelga decir que no ganaron). El resto hizo lo que fuera con tal de llegar al poder. ¿Por qué? Pues, sospecho, por dos motivos: porque consideraron que los beneficios de actuar así superaban con creces a los riesgos y porque observaron que todos los demás actuaban de igual manera: la corrupción se convirtió así en el contexto, en la normalidad. Y en un contexto así, no actuar como los demás supone una clara desventaja competitiva. Fin de la historia.

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¿Preguntas incómodas? No, gracias.

¿Qué podemos aprender de esto? Quizá nuestros políticos sean un oscuro reflejo de nosotros mismos, después de todo. Quizá necesitaríamos dotar a la justicia de mejores herramientas para combatir la corrupción, por la cuenta que nos trae. O quizá no, quizá simplemente la gente juegue así por la sencilla razón de que es un juego de mesa y es una manera divertida de canalizar la indignación. Ya les avisé que no tengo ni idea de sociología, y que esto no es ni por asomo un experimento en condiciones. Lo que sí que se es que D€mocracia es un juego en el que más de uno se sorprenderá haciendo cosas que jamás haría en la realidad… (¿o sí?). Si esa idea y la de pasar un rato de risas y puñaladas con los amigos les seducen, pueden convertirse en mecenas del juego apoyando el crowdfunding aquí.

Y ahora les dejo con las impresiones de los Naukers que ya lo han probado, que yo estoy a mitad de una partida y los minoritarios, auténticas moscas cojoneras, me exigen la dimisión.

Ser un gran estratega nunca fue útil en la política española. Tampoco ser honrado ni hacer amigos son estrategias útiles. Ya intentes llegar a la alcaldía de una capital o ganar una partida a D€mocracia, lo importante es estar siempre dispuesto a asestar la puñalada trapera que te permitirá trepar en la carrera del poder mientras evitas que otros te hagan lo mismo. Increíblemente real e increíblemente divertido por lo crudo de su realidad.

Mario Herrero (@Fooly_Cooly)

Fue un placer jugar junto a Rita [el nombre de guerra de Mario Herrero como lideresa azul] y hacer sospechosos pactos con el partido verde desde las altas cúpulas del azul. Me sentí “embriagada” de poder… XD

Almudena Castro (@puratura)

¿D€mocracia? Me hizo sentir como una basura humana… Me di cuenta de que para conseguir hacer algo bueno los jugadores tenían que hacer cosas malas. Ganar limpiamente era muy difícil. Pero podía hacerse. Se tardaba mucho más, pero podía lograrse. Un juego muy inquietante que me hizo hacerme muchas preguntas y reafirmarme en una cosa: la política no debe ser una profesión.

Natalia Ruiz Zelmanovitch (@bynzelman, una de las dos personas que jugaron limpio)

Demasiado bueno para ser ficción.

Iñaki Úcar (@Enchufa2)

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Más allá de la ciencia y la literatura

IMG_2129Una mesa redonda sobre ciencia y literatura. Y yo de ponente. Algún insensato ha pensado que, siendo astrofísico y escritor, quién mejor que yo para estar en semejante sarao. Mañana lo sacaré de su error.

Ahora en serio. Mañana día 30 de abril a las 20:00h, en el edificio de usos múltiples junto a la cúpula del milenio en la que se celebra la Feria del libro de Valladolid. Los ponentes seremos José David Sacristán, autor de varios ensayos de humanismo científico —de los cuales he leído dos y me sorprende que hayan pasado tan desapercibidos— y de la novela El archivo de Göttingen, que terminé ayer, que ni siquiera está todavía en librerías, y sobre la que ya os contaré (baste decir por ahora que uno sigue con la novela metida en la cabeza después de terminarla). Nos moderará —si puede— Antonio Otero, presidente del colegio de médicos de Valladolid y especialista en ética científica (en la foto el nombre está mal).

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Si estás por Valladolid y te apetece, allí nos vemos.

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La epopeya de los amantes, premio UPC 2012, ya disponible

medium_60296Hoy me he levantado y me he llevado una sorpresa, el mejor regalo que podía esperar del día del libro: tras casi dos años de nervios, espera y algo de desesperación, la UPC por fin ha publicado La epopeya de los amantes, con la que gané el Premio UPC de novela corta de ciencia-ficción en 2012.

La novela se encuentra disponible por 2,99 € en ebook y 10 € en papel, junto a la novela ganadora del premio en 2010, Superextragrande, de Yoss, que también acaba de ser publicada.

Solo les digo que La epopeya de los amantes es, de todo lo moderadamente largo que he escrito, de lo que más satisfecho me siento. Y sin más, les dejo con la descripción que hace de ella Miquel Barceló. Feliz día del libro y que ustedes la disfruten.

Nos encontramos ante una curiosa mezcla de pasado y presente, de ciencia y mitología, salpicadas, eso sí, por el amor. Baste comenta, que se trata de una inesperada epopeya sumeria de un rey y una reina, amantes del pasado, que se enfrentan a un demonio que resulta tener mucho que ver con nuestro mundo actual y con uno de los grandes inventores e ingenieros que han forjado nuestro presente.

Leerla fue, para mí y para los demás miembros del jurado, un verdadero placer que estoy seguro que ustedes también van a experimentar. No hay muchas novelas cortas con la sensibilidad de esta epopeya de los amantes.

Que la disfruten.

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El tío Mike te necesita

47206311Buena noticia. A partir de ahora, cualquier persona mayor de 14 años, pertenezca o no a la AEFCFT (Asociación Española de Fantasía, Ciencia Ficción y Terror), puede participar en la nominación y posterior votación de cualquier obra de alguno de dichos géneros publicada durante el año anterior para que gane el premio Ignotus en la categoría correspondiente. El único requisito es inscribirse en el censo electoral (cosa que puede hacerse rellenando y firmando un formulario y mandándolo por email junto con el DNI o pasaporte escaneado).

Pues eso. No soy yo muy de este tipo de campañas, pero unas palabras que Nieves Delgado (de quien os recomiendo su relato corto Dariya) ha dejado en Facebook me han movido a decir «Venga, ¿por qué no?» y lanzarme a la piscina.

Así que ahí va: si os mola mucho algo de lo que servidor (u otra persona, faltaría más) ha publicado el año pasado, novela corta o relato (estoy pensando en concreto en «La última huella«, que es, de todos mis relatos, con el que más a gusto estoy), os invito a que os inscribáis y le deis un buen empujón. Se pueden nominar, si no me equivoco, cinco obras por categoría. Me haríais muy feliz, tanto si lo que nomináis es mío o de otra persona cuya obra os haya gustado más. Vale, me haríais más feliz en el primer caso, pero en el otro también ganamos todos, ya que sea como fuere habréis contribuido a ampliar el censo y, por tanto, hacer de los Premios Ignotus un mejor referente nacional en la ciencia-ficción, la fantasía y el terror.

A continuación os copio la carta que me ha llegado —via el incansable editor de Espiral, Juan José Aroz—de Juan José Parera, webmaster de la base de datos Terminus Trantor y responsable del archivo y recepción de publicaciones de la AEFCFT.

Hola:

Este correo no pretende ser molesto por lo que permite que antes de nada me presente: me llamo Juan José Parera, y soy un apasionado de la literatura fantástica. De la fantasía moderna, de la gótica, del terror y el suspense, de la ciencia ficción y de la especulación. De la producida por autores consagrados y por los que empiezan.

Para las obras en castellano existen diversos premios, pero uno de los más reconocidos es el premio Ignotus que promueve la AEFCFT (copia y pega en el navegador el siguiente enlace si quieres leer una pequeña introducción http://www.aefcft.com/premios-ignotus/).

Tradicionalmente solo los socios de la AEFCFT y asociaciones con las que mantiene convenios de colaboración podían participar en las votaciones. Pero eso ha cambiado. Cualquier persona interesada puede participar en las votaciones previa su inscripción en el censo electoral (copia y pega en el navegador este enlace para acceder a la noticia completa http://www.aefcft.com/).

Dos cosas me gustaría pedirte: De un lado, tu participación personal. Cuantos más votemos más representativos serán los resultados. Y por otro lado, si te parece adecuado, que difundas esta noticia a través de los medios en los que regularmente apareces, con el objetivo de llegar a todas las personas que pudieran estar interesadas.

Te agradezco mucho los minutos que me has dedicado.

Saludos cordiales,

Juan José Parera

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IP, el lado humano de la Ciencia

IP-640x361Anoche vi  «IP» (Investigador Principal), un minidocumental de la polifacética divulgadora Natalia Ruiz Zelmanovitch. Me encantó. 20 minutos que nos sumergen de lleno en el lado humano de la Ciencia. Si te apasionan las fotografías del Universo y te interesa conocer los fogones donde se cuecen los nuevos instrumentos del telescopio más grande del mundo, la complejidad de desarrollos tecnológicos punteros, las trabas burocráticas con las que se topan y, sobre todo, los sacrificios que suponen y el esfuerzo y ganas de superación que derrochan los protagonistas, aquí lo tienes, no te lo pierdas.

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La humanidad estuvo aquí. Y aquí. Y aquí.

Hoy les traigo una imagen. La he visto esta mañana en cuánta razón y no me resisto a reproducirla aquí: paisajes de todos los lugares sobre los que hemos caminado,  ya sea en persona —solo dos, por ahora— o mediante ingeniosos emisarios robóticos.

CR_891077_fotos_en_tierra_firmeCreo que la imagen representa perfectamente dos cosas. En primer lugar y sin lugar a dudas, la diversidad y la belleza de este Universo que nos ha tocado en suerte. Y en segundo, nuestra capacidad de cooperar, de acometer las empresas más pioneras y arriesgadas, aquellas que se internan con decisión en lo desconocido para buscar respuestas —sobre el Universo y sobre nosotros mismos—, movidos, como estamos, por el motor de la insaciable curiosidad humana.

A mí me impulsa a soñar. ¿A ustedes no?

 

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La costilla de Dios, ya disponible en ebook (Y El legado de Prometeo, también en ePub)

Portada La costilla de DiosPor fin. Tras varios meses en papel, La costilla de Dios y otros relatos del final se estrena en formato electrónico. La tenéis tanto en Amazon (.mobi) como en iBookstore de Apple (.ePub), en ambas por 4,49 €.

Que la disfrutéis. 🙂

Bola extra: ¡Tras más de un año de espera, El legado de Prometeo ya forma parte del catálogo de la iBookstore de Apple!

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Hablando de todo un poco en el #3 de la revista portalcienciayficcion

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Portada del número 3 de la revista. Clic en la imagen para acceder a la misma.

A lo mejor ya conocen la revista digital de portalcienciayficcion. Una publicación semestral (o casi) dedicada a la ciencia ficción en su faceta más amplia: relatos, poesías, ilustraciones, ciencia, artículos, etc. Su cuidado diseño ya me atrapó desde el primer número, y recuerdo que me gustó mucho el que era uno de los platos fuertes del segundo número: una entrevista que ahondaba en los límites entre la ciencia y la ficción con Sergio L. Palacios, profesor universitario, divulgador con dos libros de física y ciencia-ficción en su haber y superhéroe en la sombra bajo el seudónimo de @Pr3cog. Por eso, cuando la entrevistadora, Nieves Delgado —a la sazón una escritora cojonuda de la que envidio su capacidad para meterte de lleno en una atmósfera verdaderamente opresiva; empiecen por su relato La condena si no me creen— me propuso una entrevista para el número 3 de la revista, acepté sin dudar.

Y no me arrepiento. Creo que es una de las entrevistas en las que más a gusto me he encontrado, y donde preguntas y respuestas fluían de una forma natural, como ocurre en una conversación. Hablamos un poco de todo, desde nebulosas planetarias hasta la búsqueda de vida y civilizaciones extraterrestres, pasando por el panorama actual de la ciencia-ficción, La costilla de Dios y hasta El legado de Prometeo. Y, por supuesto, hablamos del Premio UPC y avanzamos alguna pista para ir abriendo boca de lo que les espera con La epopeya de los amantes.

Así que ya saben: si les apetece, aquí la tienen. ¡Y no se me pierdan el resto de la revista, que merece la pena!

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Lo que le debes a la mecánica cuántica

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El microscopio electrónico. La consiguiente identificación del virus como agente causal de enfermedades. El microscopio de efecto túnel. La tomografía de electrones. La secuenciación del genoma humano. La capacidad de cortar y pegar secuencias de genes. El desarrollo de medicamentos más funcionales, con mejor absorción por el cuerpo y con menores efectos secundarios. En resumen, quince o veinte años de esperanza de vida.

La energía solar fotovoltaica. La energía nuclear. Nuevos materiales como los nanotubos de carbono o el grafeno. El GPS. Los satélites meteorológicos. El viaje espacial tripulado*.

El láser. El CD. EL DVD. El Blu-Ray. El televisor** de plasma, LCD, LED o inserte aquí sus siglas preferidas. La radio portátil. La calculadora electrónica de bolsillo. El reproductor de mp3. El ordenador personal. La tableta. La cámara digital. El teléfono móvil.

Internet.

Éstas son solo algunas cosas de nuestro mundo cotidiano que todos damos por supuestas pero que, sencillamente, no existirían de no haberse descubierto la mecánica cuántica hace algo más de cien años.

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